Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

"Probervios y Cantares" (Antonio Machado)

martes, 1 de febrero de 2011

HISTORIAS DE LA MEMORIA. MEMORIA HISTÉRICA

Haciendo un uso un tanto arbitrario de la etimología de las palabras, para reflexionar un poco acerca de la memoria, tan en boca de todos antes, ahora y siempre. Quiero referirme, entre otras, a la memoria a la que recurrimos de vez en cuando volviendo la vista atrás, para descubrir que Naranjito sigue siendo tan gracioso como era (muy poco), que Marco sigue sin encontrar a su madre, que el gol de Marcelino sigue siendo sólo un gol (ni siquiera). Han pasado tantas cosas en nuestras vidas, y por supuesto en la de los demás, en tantos momentos y en tantos y tantos lugares desde siempre y hasta nuestros días.
En la memoria están los grandes acontecimientos de la historia. De la historia de los demás y de nuestra propia historia, también los grandes y pequeños momentos de nuestra historia. Están nuestros recuerdos más recientes, los de este fin de semana, de ese programa de televisión, ese chiste fácil que tenemos grabado en la memoria, esos instantes que bombardean nuestro día a día vía correo, flash, mensaje o impulso neuronal involuntario, y los recuerdos de “siempre”.
La memoria es la base del aprendizaje y el cimiento de la experiencia. Es lo que nos arrastra a tomar gran parte de las decisiones de nuestra vida. Cuando tomamos una decisión, ya sea esta personal, social, profesional, etc, nos basamos en nuestra experiencia previa, en lo que hemos ido aprendiendo, en lo que hemos visto, oído, vivido, desde que somos niños hasta el día en que vivimos.
Lo que sorprende, aunque no mucho, es la extraña capacidad de abstracción que parecemos tener para interrumpir el recuerdo continuo de nuestras vivencias, resaltando únicamente una pequeña parte de ellos. Llámese memoria selectiva, llámese memoria reciente, o como se nos ocurra. Y es especialmente llamativo, cómo con el conocimiento de estos aspectos somos capaces de organizar una campaña de marketing o una campaña electoral (si es que no es lo mismo). Lo hacemos continuamente en nuestro día a día. Intentamos que los demás recuerden de nosotros aquellos aspectos que nos refuerzan, que nos reafirman, escondiendo a su vez aquello que nos gustaría alejar de la memoria. Nuestra o ajena. Este acto reflejo o no, que todos tenemos, es origen de la común manipulación social, política, económica, religiosa, etc. El objetivo puede ser conseguir que no lleguen a nuestra memoria aquellos recuerdos que ponen en evidencia tantos intereses e intenciones sino aviesos, al menos de dudosa legitimidad (en el sentido menos estricto del término). Es frecuente ver, oir como en una situación hacemos, decimos, pensamos de una manera y poco después cambiamos drásticamente al calor de un puesto político, directivo, etc. Lo que ha ocurrido y ocurre frecuentemente en casi todos los cargos, en España y resto del mundo, en comunidades y ayuntamientos, en todas partes. Se podrían poner muchos ejemplos, pero estoy seguro de que cualquiera de nosotros tiene en mente más de un caso.
Parece demasiado pretencioso creer que podemos acabar con algo que pudiera ser intrínseco a nuestra propia naturaleza. Sin embargo si da un poco de pena afrontar una pelea sin oponente. Así que haciendo las veces de abogado del diablo, a veces pienso si no valdría la pena rescatar de la memoria algunas, muchas, cosas que parecen olvidadas y que arrojan luz sobre tanto cinismo que nos envuelve. Suena a risa cuando ese ejercicio de libertad, liberación y libertinaje se transforma en la memoria “histérica” (si se me permite el dislate), uno más de tantos ejercicios de manipulación, en el que con el uso de una palabra tratamos de apropiarnos de la legitimidad, de la reafirmación de unos valores en pro de un uso particular frente a una realidad más amplia, más compleja, más real. Y mucho peor si eso lo transformamos en ley. A veces me pregunto si es honesto convertir en ley nuestra ideología. ¿Es un paso atrás?
Cuando en nuestra vida diaria tomamos una decisión, buscamos información contrastada, segundas opiniones, opiniones enfrentadas. Frecuentemente nuestras opiniones se basan en prejuicios o imágenes favorables que dependen de nuestra experiencia, nuestra memoria, y la de aquellos que tienen cierta influencia, no necesariamente negativa, sobre nosotros y nuestra forma de pensar. Otras veces, nos resulta muy fácil dejarnos seducir por la comodidad de la amnesia temporal inducida. Quizá sea buena una invitación a la reflexión en torno a aquellos aspectos importantes de nuestra vida. Otro tema a tratar es hacernos ver que determinados “asuntos” también son o deben ser importantes para nosotros, además de Naranjito.

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